5 dic 2017

Roberto Videla [Perla]

Roberto Videla, Perla,
Córdoba, Llantodemudo, 2015; 102 pp.
[p. 11] El jardín, que da al sur sombreado, por lo que a todo le cuesta crecer nacer, está descuidado, la empleada lo ha regado de ramas con espinas para que los perros no entren y ensucien, los pocos geranios que quedan se ven desolados y raquíticos, solamente el jazmín está hermoso, parece un árbol chico. La persiana del living cuelga un poco, nada grave, casi no se nota. En el balcón de los dormitorios del primer piso, que da a la calle y que nunca se usa —las persianas hace años que no se abren—, las maderas de la baranda están podridas y una de ellas cuelga, comida de termitas y de tiempo. Alguna vez estuvieron envueltas en hiedra y eran reino de escaramuzas y guarida de bichos. Ahora son despojo.

[p. 15] Verán los que pasan, caminando o en auto, a un señor maduro, a un viejo —me es tan difícil escribir eso de mí— sentado ahí, en la vereda de la Perlita, la que hizo nacer a medio pueblo, la partera más querida de las tres que había. Otra era la partera Pilar, madre de la Pety, una amiga, la otra no recuerdo, tal vez era dos nomás.