14 mar 2016

Salinger y el jazz [Salinger]

David Shields y Shane Salerno, 
Salinger, Barcelona, 
Seix Barral, 2014; 
traducción de Javier Calvo; 734 pp.
«Hay mucho jazz que me gusta, resumiendo, y sé lo mucho que se divierten los improvisadores. ¿Por qué no se iban a divertir? Casi siempre hacen su música en parejas o en grupos, y se dedican a suministrarse los unos a los otros patrones musicales estilizados de antemano, frases musicales casi siempre basadas de forma identificable en repertorios previos, en otras sesiones, actuaciones y piezas. Hasta el músico de jazz que trabaja solo, el solista, casi nunca hace nada claramente nuevo, nada que no se haya hecho nunca, nada que sea de primera mano y haga callar a todo el mundo. Hasta cuando el improvisador de jazz está en plena forma, en su mejor momento, lo que hace principalmente es basarse (con una confianza casi perfecta) en un compuesto o combinación de […] efectos que ya se desarrollaron dentro de él y que él sabe que de forma casi absolutamente segura se recolocarán en forma de «nuevos» patrones caleidoscópicos (¿se escribe así?) si él se aplica a su instrumento con asiduidad, con afecto, en sintonía con los demás o simplemente con la ocasión, y siempre y cuando no esté demasiado borracho o drogado. Lo he visto suceder una y otra vez, y jamás consigue impresionarme, ni siquiera cuando estoy escuchando con placer verdadero.
    Me parece una falta total de prodigio el hecho de que escribiendo uno casi nunca se lo pase en grande. Si no es la más difícil de las artes —y yo creo que lo es—, está claro que es la más antinatural, y por ello la más fatigosa. No es de fiar y no produce más que incertidumbre». [p. 466]

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