4 ago 2020

2 de agosto de 2020

Negrina
In memoriam
(algún día de abril o mayo de 2007 • 2 de agosto de 2020)

Tardé unos trece años, o quizás algo más, en darme cuenta de que las veces que interrumpía el aire con astucia o desgano para decir algo estaba interviniendo en cosas que habían ocurrido en el pasado. Cuando, tras un insulto, dejaba de auscultar el porvenir, y yo creía, iluso, que había encontrado la respuesta exacta para la conversación del momento, la perra galáctica detenía el acontecer para demostrar, con ese gesto simple, que hay siempre, en todo eso, un modo arbitrario que podría ser diferente, o incluso no ser. Más que auscultar el porvenir, que siempre está fijo en algún lugar de la idealización o la construcción hipotética, creo que, en realidad, la perra galáctica rememoraba. Y cuando decía, un día cualquiera, desde la placidez del piso sin barrer, cosas como «no podés ser tan boludo, deberías leerlo otra vez», no hablaba del libro que tenía en la mano sino, a lo mejor, del que había leído la semana pasada o, también, de otro diferente, de aventuras, perdido y casi olvidado en algún lugar de la infancia. El desplazamiento constante y la noción errada de que auscultaba el porvenir hicieron el resto. Fuimos jóvenes y fuimos viejos al mismo tiempo. Me quedo, ahora, con el aire enrarecido de su silencio junto a mí y, sobre todo, con la idea de que no existió un modo de estar más discreto que el suyo. Las fotos que le saqué el último tiempo armaron ese futuro inexistente y se cargaron de obviedad. Son para lo que fueron hechas: para recordarla como era. 



7 sept 2019

09 / Boquitas pintadas (Song for Abdullah)

It is necessary to any originality to have
the courage to be an amateur. 
Wallace Stevens


Desde hace varias semanas, quizás un par de meses, a lo mejor más, me esfuerzo sobre un texto en el que dos tipos caminan por una ciudad argentina hablando de un libro que uno leyó y el otro no. La deriva de la narración no tiene importancia, aunque abunda en detalles (es los detalles), porque se convirtió en una excusa evidente para relatar un instante, que fue verdadero, y lo más probable es que haya pasado desapercibido para uno (y no para el otro). A pesar de que no se conocen demasiado, los tipos caminan con aire tranquilo, algo que empuja la escena hacia el lugar común de que podría haber, entre ellos, una amistad de años; eso se sostiene apenas en la manera coordinada en la que bajan de la vereda para cruzar la calle: ambos con el pie izquierdo primero y con una zancada parecida, a pesar de que uno es un poco más alto que el otro. No es relevante eso aquí, tampoco las circunstancias del encuentro ni las condiciones particulares de la caminata sino solamente la rareza de que pueda existir un diálogo alrededor de un libro que de alguna manera se comparte pero que uno leyó, y el otro no. Tampoco se trata de remedar el texto en curso, cuyo destino probablemente sea el fracaso previsible de lo inacabado, sino de hacer el intento por dar cuenta de una zona que queda afuera de la ficción o, mejor, que la ficción no puede asegurar.

20 abr 2019

Juan José Becerra [El artista más grande del mundo]

Juan José Becerra, El artista más grande del mundo, Buenos Aires, Seix Barral, 2017; 296 pp. 
El orden de las citas es, por supuesto, arbitrario y no se corresponde, necesariamente, con el sentido de lectura, suponiendo que hubiera alguno. 

[p. 148] Después descubrí que escribir es lo contrario de pensar y que el pensamiento debe desprenderse de la escritura, o de la voz, como gotas que se desprenden de un deshielo, pero nunca precederla. El caballo es la escritura y el carro el pensamiento. Me dan pena los escritores que anotan en su bitácora el futuro de sus personajes, los planos de los capítulos, todos los elementos de una «evolución». Es la novela la que tiene el plan para el escritor, y ese plan es el desastre formal. 

[p. 216] Al menos no en una novela que se escriba hoy, cuando el lector de novelas se ha vuelto cada vez más idiota, cada vez más «niño», cada vez más incapaz de relacionarse con la experiencia de leer que no es otra cosa que la experiencia de esperar, ese tipo de lector aborrecible que ya nunca más logrará distinguir el régimen de la ficción artística de la transmisión de noticias.

[p. 230] ...es necesario rescatarlo para que enfrente al único desafío que debe asumir un escritor: contar lo que desconoce.
    La lengua con la que se cuenta lo ignorado viene sola con la sorpresa que la trae, entra a la literatura y se comoda, y de ella sólo valen las vibraciones internas ya que no el estilo, que es cosa de boludos.

[p. 196] Es una «pérdida». Hace rato que la literatura no tiene un destino, y no tiene un destino porque es el arte menos snob en la historia de la humanidad. La literatura te pide un tiempo que no se puede dar: ya no. Digámoslo así: ya nunca más. [...] Pero la literatura se mete con la vida, es decir que vos das tiempo y tenés literatura, y si no se lo das no la tenés. Es una relación que hay que asumir. Entonces, ¿qué pasa? Pasa que nadie quiere hacer esa inversión. 


5 dic 2017

Roberto Videla [Perla]

Roberto Videla, Perla,
Córdoba, Llantodemudo, 2015; 102 pp.
[p. 11] El jardín, que da al sur sombreado, por lo que a todo le cuesta crecer nacer, está descuidado, la empleada lo ha regado de ramas con espinas para que los perros no entren y ensucien, los pocos geranios que quedan se ven desolados y raquíticos, solamente el jazmín está hermoso, parece un árbol chico. La persiana del living cuelga un poco, nada grave, casi no se nota. En el balcón de los dormitorios del primer piso, que da a la calle y que nunca se usa —las persianas hace años que no se abren—, las maderas de la baranda están podridas y una de ellas cuelga, comida de termitas y de tiempo. Alguna vez estuvieron envueltas en hiedra y eran reino de escaramuzas y guarida de bichos. Ahora son despojo.

[p. 15] Verán los que pasan, caminando o en auto, a un señor maduro, a un viejo —me es tan difícil escribir eso de mí— sentado ahí, en la vereda de la Perlita, la que hizo nacer a medio pueblo, la partera más querida de las tres que había. Otra era la partera Pilar, madre de la Pety, una amiga, la otra no recuerdo, tal vez era dos nomás.

13 nov 2017

08 / The way we were

Alberto Breccia, «La gallina degollada»
(de Horacio Quiroga)
En el suplemento cultural o en las páginas de cultura de un diario español que todos leemos (al menos esas páginas), aparece hoy la entrevista a una joven escritora latinoamericana. Es meritoria por ser joven, por ser escritora, por ser latinoamericana y porque hay algo siempre deseado en ese retorno a la madre patria que nos hace suponer una especie de consagración automática que, de alguna manera, nos redime y nos venga. Nació en un lugar de Latinoamérica que los que nacimos en el Río de la Plata, fatalmente condenados a un resentimiento atávico, consideraríamos profundamente latinoamericano, distinto del resto de los lugares latinoamericanos por los que nos movemos y de los que nos cuesta creer que estén en realidad ahí, en el mismo culo del mundo en el que estamos nosotros (que nos creemos españoles, franceses, norteamericanos y cualquier otra cosa que no destile olor a indio, mucho calor o mucho frío o piñones en una cazuela sobre el fuego). El título de la entrevista, con una estructura similar a la del típico cuestionario Proust, es algo así como: «Una vez soñé con una nave espacial. Evidentemente, eran marcianos».